En Atlántica Agrícola, invertimos el 10% de nuestra cifra de negocio en investigar nuevas formulaciones para la agricultura moderna
Entrevista a Francisco M. Miguel Sastre, Director General de Atlántica Agrícola. Especial de Excelencia Empresarial de Mayo 2018 del periódico El Mundo.
Hace ya más de 35 años que Atlántica Agrícola llegó al mercado con su oferta de agronutrientes para la agricultura a nivel mundial. Especializada en su formulación y fabricación, su objetivo es dar soluciones a los problemas nutricionales y sanitarios de los agricultores, poniendo en sus manos unos productos de gran eficacia y calidad.
¿Cuáles son sus principales líneas de producto?
Formulamos dos tipos de productos: fertilizantes de especialidad y bioplaguicidas. Su utilidad, si comparamos los cultivos con las personas, son respectivamente la alimentación y la salud: los fertilizantes alimentan las plantas y los fitosanitarios serían los fármacos. Pero lo que hacemos en alimentación no es como si produjéramos carne o pescado, sino lo que se llaman alimentos funcionales, complementos alimenticios y vitamínicos. Es lo que denominamos la fertilización funcional. Dentro de esta gama de productos están los bioestimulantes, ácidos húmicos, correctores de carencias, fertilizantes foliares y abonos solubles. Y a nivel de salud, nos dedicamos a la formulación de plaguicidas con base de extractos vegetales, sin moléculas de síntesis de laboratorio.
¿Qué son los bioestimulantes agrícolas?
Un bioestimulante es una sustancia (o mezcla de ellas) o un microorganismo diseñado para ser aplicado sobre plantas de cultivo, semillas o raíces (rizosfera) con el objetivo de estimular procesos biológicos y, por tanto, mejorar la disponibilidad de nutrientes y optimizar su absorción; incrementar la tolerancia a estreses abióticos; o los aspectos de calidad de cosecha. Para entendernos, podríamos resumir diciendo que son productos que mejoran la alimentación, la salud y la resistencia de las plantas, lo que supone una mejora en el rendimiento y la calidad de sus frutos. En Europa se está haciendo un reglamento nuevo para legislar sobre los fertilizantes y en él se va a incluir la definición de bioestimulante, que se ha visto recortada para asegurar que no se van a utilizar para “camuflar” productos con efectos fitosanitarios. Es decir, que el estrés biótico de la planta, el que pueda surgir por un ataque de una bacteria o un hongo, quedará excluido de su uso, y solamente se hablará del bioestimulante como aquel producto que combate el estrés abiótico, el producido por sequía, por altas o bajas temperaturas, etc.
¿Cómo les afecta que la legislación recorte el uso de algunos productos?
Llevamos 36 años en el mercado y 36 años intentando que se nos regule, porque siempre ha habido una legislación más o menos clara para los fertilizantes y para los fitosanitarios, pero los nutrientes especiales nunca han estado legislados realmente. En España siempre hemos tenido una legislación bastante avanzada respecto al resto del mundo pero, a nivel europeo, hasta ahora no han empezado a legislar este tipo de productos, y por fin dentro de un par de años habrá un reglamento europeo que los reconozca.
¿Cómo funcionan los bioplaguicidas?
Son una serie de sustancias vegetales, extractos botánicos, que tienen propiedades fitosanitarias para combatir ciertas plagas que atacan a los cultivos. Son productos completamente naturales. Tenemos una división específica para ellos, Bioatlántica, con fábrica y fincas de cultivo en Honduras destinadas a la extracción de estas sustancias. El problema es que no hay muchas normativas a día de hoy que contemplen este tipo de productos. Casi todas están pensadas para productos fitosanitarios que son moléculas sintéticas hechas en un laboratorio. Nosotros trabajamos con extractos vegetales que contienen miles o incluso millones de sustancias activas en cantidades muy pequeñas y que en conjunto tienen esos efectos. La normativa actual hace prácticamente imposible, o carísimo y larguísimo, poder registrar este tipo de productos en Europa. Por suerte, hay otros países donde la legislación ya se ha adaptado y ya se puede hacer su registro, como ocurre en algunos países de Latinoamérica.
¿Es esa la razón por la que la fábrica de Bioatlántica está en Honduras?
Fue por la cercanía a las materias primas. Las especies de las que extraemos los productos son endémicas de zonas tropicales, y era más eficiente llevar la fábrica allí y traer el extracto en cisternas. En Centroamérica ha existido siempre una cultura de uso de extractos vegetales en agricultura. Los agricultores han transmitido de padres a hijos el uso de determinadas hierbas para controlar diferentes plagas. Nosotros conocimos estos productos a través de nuestra filial de distribución en Honduras. Empezamos comprándolos a productores locales y luego, por un tema de control de calidad y control de producción, decidimos hacerlos nosotros. Para el resto de productos, nuestro centro de producción está en Villena (Alicante), un lugar clave para la agricultura española por su cercanía a Murcia y Almería, principales zonas de agricultura intensiva en España.
¿Qué recursos destinan a I+D+i en Atlántica Agrícola?
Invertimos alrededor del 10% de nuestra cifra de negocio a investigar y desarrollar nuevas formulaciones para la agricultura moderna. Todos nuestros productos son desarrollos propios, el secreto está en la fórmula. Trabajamos en dos líneas de investigación fundamentales. Por un lado, seguimos investigando en nuevos bioestimulantes con efectos más definidos o más específicos para cada tipo de cultivo. Por otro lado, seguimos desarrollando más y mejores bioplaguicidas, tanto a partir de extractos botánicos, como hasta ahora, como también de microorganismos y sus fermentaciones.
¿A qué países llegan sus productos?
Estamos presentes en más de 60 países de cuatro continentes. Somos una empresa en continua expansión con un fuerte carácter exportador, y tenemos una sólida red comercial a través de distribuidores exclusivos, además de seis filiales propias en América latina (México, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Perú y Brasil).
¿Cuáles son los próximos objetivos que se plantean?
Como empresa, nos marcamos un solo objetivo, que es crecer en tres ejes: los países donde ya estamos con los productos que tenemos a día de hoy; los países en los que aún no estamos y el número de productos que tenemos en el mercado.
¿Cómo ve el futuro del sector?
Es un sector que a todas luces tiene que crecer, queramos o no, porque la población sigue creciendo y para 2050 seremos más de 9.000 millones. Se supone, se espera y se desea que todas esas personas estén mejor alimentadas que las de hoy. Por lo tanto, la producción agrícola tiene que crecer muchísimo, pero la superficie cultivable no puede crecer de igual manera porque eso significaría desforestar grandes extensiones. Con esas premisas, la única manera que tenemos de alimentar a toda esa gente es con mayor productividad, y una de las vías fundamentales para hacer más productiva cada hectárea de cultivo es la bioestimulación y la fertilización funcional.
Formulamos dos tipos de productos: fertilizantes de especialidad y bioplaguicidas. Su utilidad, si comparamos los cultivos con las personas, son respectivamente la alimentación y la salud: los fertilizantes alimentan las plantas y los fitosanitarios serían los fármacos.
Francisco M. Miguel Sastre
Director General de Atlántica Agrícola
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